Risoterapia

Desde tiempos inmemoriales se ha utilizado la risa como arma terapéutica. Su rastro puede seguirse desde el antiguo imperio chino, en el que había unos templos donde las personas se reunían para reír con la finalidad de equilibrar la salud.

En otras culturas tribales, existía la figura del payaso sagrado, un hechicero que utilizaba el poder de la risa para curar a los guerreros enfermos.

Ya en el siglo XX, nos topamos con el siempre visionario psicólogo austríaco Sigmund Freud, que atribuía a las carcajadas el poder de liberar al organismo de energía negativa.

Pero hubo que esperar hasta los setenta para que la risoterapia recibiera el empujón definitivo. La culpa la tuvo Norman Cousins, un importante editor de Nueva York, afectado por una dolorosa e invalidante enfermedad de columna. Ante este panorama y sin cura a la vista, sus doctores le aconsejan entonces recurrir a la risa para intentar frenar la depresión que le acechaba. El gordo y el flaco y los hermanos Marx obran entonces del milagro. Cousins descubrió que diez minutos de risa le permitían olvidarse del dolor al menos dos horas. Los resultados de su experiencia los dio a conocer a la comunidad médica, publicándolos en 1976 en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine, y más tarde en un libro, y a través de su propia fundación.

Desde entonces, los estudios científicos sobre los beneficios de la risoterapia se dispararon. Y aunque muchos discuten su base médica, parece evidente que utilizar esta terapia como complemento del tratamiento convencional de determinadas enfermedades puede ayudar notablemente en su mejoría. Entre las indicaciones que tiene la risoterapia se encuentran: la disminución de la percepción del dolor, rebaja el nivel de cortisol, combatiendo el estrés y el insomnio; mejora la función pulmonar en pacientes asmáticos; reduce la ansiedad en el preoperatorio, sobre todo en los niños; ayuda a solucionar algunos problemas dermatológicos; limpia los ojos y despeja de mucosidad la nariz y los oídos; combate problemas cardiovasculares; aumenta el funcionamiento del sistema inmunitario; mejora los cuadros de estreñimiento; relaja las contracturas en la espalda…

Está claro, la risa nos hace sentir mejor, por lo que es importante que intentemos reírnos todo lo que podamos, ya por nuestra cuenta o asistiendo a talleres de la risa.

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Ya lo dijo el Dr. Rubinstein: “La risa es un verdadero desintoxicante moral capaz de curar o por lo menos atenuar la mayoría de nuestros males. Y además, no hay ningún peligro si se supera la dosis”.

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